La televisión que queremos

Muchos son los que se echan las manos a la cabeza cuando zapean por las noches y no encuentran nada más que los denominados programas basura.

La noche es la hora estrella de las televisiones, ponen todo su empreño en conseguir millonarias audiencias que se traducen en millonarios ingresos.

Después de un día de estrés, atascos, contaminación, problemas, gritos, prisas... uno llega a casa y después de cenar le apetece relajarse viendo la televisión, y ¿qué encuentra?  Por un lado, series con un argumento rancio, como se diría popularmente   "muy trillado", cambias de canal y te encuentras a Belén Estaban, Lidia Lozano, Karmele y compañía luchando por ver quién grita más y consigue más planos, pero si vuelves a cambiar de canal, a la "competencia", ¿que te encuentras? pues, a una tal María Patiño, que grita de tal manera que parece que las venas de su cuello irán a estallar de un momento a otro.

Pero aquí no termina la realidad televisiva, también hay programas culturales de música, cine, naturaleza. Cine de autor, programas de debate político, de entrevistas... pero que quedan relegados a canales secundarios, aquellos que nadie ve. Entonces, ¿de que nos quejamos? tenemos lo que queremos, cada uno es soberano en su casa, y el mando de la Televisión sirve como conducto democrático en el que cada uno marca el canal que quiere, y si la mayoría quiere riñas, gritos, amoríos, escarceos, vulgaridad y agresividad, la culpa no es de la tele, señores, no se engañen, la culpa es sólo nuestra, sólo nosotros decidimos con nuestro mando.

Deberíamos entonar el "mea culpa", analizar un poco la sociedad y los valores en los que nos movemos, y luego, sólo luego, echar la culpa a la televisión.